¿A quién no le gusta relajarse de vez en cuando en un spa? ¿Sabes que el agua no sólo es un elemento relajante si no que tiene propiedades terapéuticas? La hidroterapia no es algo nuevo de los tiempos en que vivimos, tiene siglos de historia, y en Evadium te queremos descubrir el origen de los balnearios hasta la actualidad, ¡sigue leyendo!
Ya los romanos se relajaban en termas, los árabes en baños públicos, los europeos disfrutaban de los tratamientos en balnearios y, desde hace menos, acudimos a los conocidos popularmente como SPA para quitarnos el estrés y darnos masajes. Como puedes comprobar, la utilización del agua (en cualquier forma, estado o temperatura) como agente terapéutico viene de lejos.
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¿Cuál es la diferencia entre Balneario y SPA?
Aunque los términos suelen utilizarse como sinónimos, tienen procedencias y significados distintos. Mientras los balnearios hacen referencia al uso de aguas mineromedicinales – con propiedades terapéuticas -, los SPA no usan agua medicinal, pero sí aprovechan sus propiedades físicas.
Si quieres profundizar más en las diferencias así como familiarizarte con la terminología del mundo termal, consulta nuestro Diccionario de Termalismo y SPA, una práctica herramienta con la que salir de dudas que te ayudará a disfrutar de la cultura del agua.
S.V a.C., los griegos y los centros terapéuticos
En la ciudad-estado de Epidauro, en la Antigua Grecia, se tiene constancia de la existencia de un balneario que refleja, ya entonces, un testimonio sobre los cultos terapéuticos de la antigüedad grecorromana. La mayoría de los centros médicos contaban con manantiales de agua fría, permitiendo la aplicación de técnicas de la ya mencionada hidroterapia. Fue más adelante cuando los griegos incluyeron piscinas de agua templada y baños de vapor.
Las propiedades del agua ya se conocían desde tiempos inmemoriales, espartanos y romanos sumergían en agua fría a los recién nacidos.
Los romanos, los grandes impulsores de las termas
Se extendió la construcción de estos balneae en toda Europa como consecuencia de la dominación romana, encontrando su involución tras la decadencia del imperio.
Durante su época dorada, se realizaban rituales de limpieza y de relajación mediante el uso de esencias y aceites durante los masajes; estos espacios de descanso contaban con terapias que ayudaban a la recuperación de las tropas. Además, las termas romanas jugaron una importante función social, donde los ciudadanos trataban temas sociales y políticos. A su vez, se convierten en una opción excepcional de ocio y recreo tanto para hombres como para mujeres, pero nunca juntos.
Ejemplos famosos los encontramos en Roma: las Termas de Caracalla, las de Diocleciano, de Nerón o las de Trajano; incluso las Termas de Pompeya, del s. II a.C., las más antiguas que se conservan en la actualidad. En estas grandes instalaciones, además de los baños de agua caliente (caldarium), tibia (tepidarium) y fría (frigidarium), podíamos encontrar otras opciones tales como gimnasios y bibliotecas.
El papel de los baños árabes
En la Edad Media, con la invasión del sur de Europa por parte de los árabes, los baños públicos y las curas termales recuperan su vigencia, hasta entonces en decadencia. Aparecen los hamman o baños árabes, herederos de la cultura termal romana, teniendo su foco en el agua como elemento de sabiduría y pureza, dividiéndose las salas – al igual que lo hacían las termas romanas – en fría, templada y caliente.
En ellos, la higiene del cuerpo era considerada un acto de purificación religiosa pero, además, el baño fue un lugar de ocio, reuniones sociales, descanso y relación.
Con los Reyes Católicos éstos se restringieron de nuevo, hablamos del s. XV.
El legado de la cultura termal árabe quedó patente especialmente en Andalucía, sobre todo en Córdoba – la Córdoba musulmana contaba con hasta 600 baños públicos -. Y hoy en día se pueden disfrutar de los famosos baños árabes en ciudades como Córdoba, Granada, Málaga o Madrid.
La ciudad de Spa, Bélgica
Uno de los posibles orígenes del término ‘Spa’ es por esta ciudad belga, de la que habría heredado el nombre. Fue en el s. XVI cuando Spa se hizo famosa por sus fuentes de aguas termales, consideradas curativas. Desde aquel entonces, se extendieron los centros – bajo el término ‘Spa’ – por toda Europa, siendo recomendados por médicos en siglos posteriores. En esta época, sólo la aristocracia y la burguesía adinerada tenían presencia en ellos.
Los SPA en los siglos XIX y XX
Tras la época dorada que vivieron los Spa en los s. XVII y XVIII, no fue así en los inmediatamente posteriores. Hasta los años 20’ no resurgieron como destinos recomendados por sus beneficios para la salud, destacando en Estados Unidos y en Europa – situados, los más famosos, a lo largo del Rin llegando a Bohemia y a los Alpes. En España también nacieron los primeros centros termales modernos en el s. XVIII, como son los casos de los balnearios de Solán de Cabras en Cuenca, Puente Viesgo en Cantabria o el Balneario Paracuellos de Jiloca, en Aragón.
Por otro lado, estos centros de aguas termales tenían su vinculación con la naturaleza, sensibilización por ésta. A ello se unía, por tanto, el conocimiento del entorno, uniendo a esta actividad de reposo los paseos, los bosques y ruinas de las zonas próximas, las opciones de ocio, etc. La llegada masiva de turistas a lugares tan recónditos desarrolló la economía y las infraestructuras de tales sitios.
La hidroterapia en la actualidad
Los SPA – la versión urbana de los balnearios (sin aguas minero-medicinales) – también utilizan circuitos basados en bañeras de hidromasaje, piscinas de chorros, saunas, jacuzzis, etc. para conseguir ese efecto de relajación. Hoy en día, éstos son asociados al turismo y a la salud, en el sentido de relajarse y dejar las tensiones a un lado.
En el caso de los centros termales – balnearios y centros de talasoterapia -, que utilizan las propiedades terapéuticas del agua en el sentido más estricto de la palabra, encontramos un factor de salud fundamentalmente.
Entre estos, mención especial merece hacer de Caldea en Andorra, el mayor centro termolúdico de Europa. Un espacio termal único con multitud de espacios para grandes y pequeños donde disfrutar de la cultura del agua con todos los sentidos.
Tanto en un caso como en el otro, cada vez es más común ver hoteles con este tipo de instalaciones, tan llamativas y atrayentes para todo aquel que se aloje en ellos. A esto, se le une tratamientos corporales y terapéuticos. Esto es debido al renovado interés por el bienestar y el cuidado corporal y mental.
Como hemos mencionado, la tradición balnearia en España viene de lejos, habiéndose desarrollado mayormente en regiones del norte como Galicia, Cantabria o Cataluña, donde se encuentran muchos de los mejores centros termales en la actualidad. Según datos del Observatorio Nacional de Termalismo, España contaba en 2016 con más de 2.000 aguas termales registradas, 113 balnearios en activo y 102 villas termales.
Y ahora que ya sabes la diferencia entre un SPA y un balneario, ¿por qué no vivir la experiencia en primera persona? Desde Evadium te invitamos a encontrar la escapada relax que más va contigo.